Usando el metro en Beijing


En el metro ocurre algo similar a lo que sucede en los elevadores. Normalmente los vagones van atestados, principalmente en horas pico. Pero eso ocurre casi en cualquier metro del mundo. Lo verdaderamente problemático es intentar salir del vagón cuando hay 20 personas delante de uno que no se mueven (ni tienen intención de hacerlo). Y más cuando, además, hay decenas de personas intentando entrar al vagón en cada estación.

No sirve de nada lloriquear, gritar, agitar las manos, poner los ojos en blanco ni mirar feo a la gente. Lo único que sirve para poder salir del gusano lleno de gente es convertirse en un beijinés más. ¿Y cómo se logra eso? Empujando, y empujando con fuerza, violentamente si es necesario.

Usando el elevador en Beijing



Uno sabe que está en Beijing tan sólo con subirse a un elevador. ¿Por qué? Porque sólo en la capital de China los ascensores se convierten en latas de sardina. Aunque un elevador esté lleno, y a pesar de que existe un letrero que indica la capacidad máxima de ocupantes, la gente seguirá entrando sin importar que los demás estén a punto de ahogarse. Lo único que impide que haya una explosión en el elevador es la alarma que suena cuando se excede el número de kilos permitidos.

Lo peor viene al tratar de bajar del ascensor. Casi nadie se quita ni se hace a un lado, a menos que empujemos con fuerza o alcemos la voz evidentemente molestos.

Así que la principal arma al subir a un elevador en Beijing es la paciencia, la enorme, infinita, paciencia.


 

Aglomeraciones en Beijing



Alguien me preguntó alguna vez qué era lo que más me había impactado durante mis primeros días en Beijing, y sin dudarlo le respondí: “la enorme cantidad de gente y la sensación de saturación”. En esta ciudad uno casi nunca puede quedarse solo, normalmente siempre hay gente en cualquier lugar y durante casi todo el día.

Si voy al metro, siempre está lleno. Si voy a la estación de trenes, siempre está llena. Y si voy a un museo, ¡sí, adivinaron!, ¡siempre está lleno!

Y los días de fiesta nacional o durante las vacaciones la situación empeora, pues Beijing recibe a muchos visitantes. Alguna vez, durante el Día Nacional de China, se me ocurrió ir a Tian’anmen y el metro estaba a reventar; además, la estación estaba cerrada, y tuve que bajarme una parada después. Caminé en medio de miles y miles de personas, lentamente, a cuentagotas, y por fin, después de casi dos horas, pude recorrer los poco más de 500 metros que separaban la estación del metro de la Plaza de Tian’anmen, Nunca había sentido tal ahogo, tal saturación. Pero hay que aceptarlo, hay más de 20 millones de almas en Beijing, aunque a veces pareciera que se multiplican sin cesar, como en aquella escena del mago Mickey Mouse en Fantasía.

Para los amantes de la soledad o los intolerantes a las aglomeraciones, Beijing no es un destino adecuado.

Filas en Beijing (o cómo defender el lugar en la cola)

Hacer una fila en Beijing es garantía de un incremento en los niveles de bilis del organismo. Debido a que son muchas las personas que habitan esta ciudad y a que son muy competitivas (luchan por todo: por un sitio en el metro, por un lugar en la universidad, por un trabajo, por una esposa), dejar diez centímetros de espacio con la persona de adelante es sólo el paso previo a que alguien se meta en la cola.

Y esto pasa en cualquier lado: en la fila para entrar al metro, al comprar pan en la calle o en la cola para adquirir boletos para el museo. La recomendación en este caso es: defender como león el lugar o tener un alto grado de tolerancia a la frustración.

Forma de conducir en Beijing: ¡cuidado, cafre al volante!

Si algo caracteriza a la Beijing de hoy es su enorme cantidad de automóviles y la pésima conducción de sus dueños. Los capitalinos manejan realmente mal, y miren que vengo de la Ciudad de México, considerada una selva de asfalto.

Pero todo tiene una explicación. Resulta que China, antes de su espectacular crecimiento económico, era muy pobre y muy socialista, y un auto estaba prácticamente fuera de las aspiraciones de la gente. Pero hace unos 30 años todo empezó a cambiar, y con la bonanza económica mucha gente comenzó a adquirir coches. Hoy en día circulan cerca de cuatro millones de autos en Beijing, una buena parte de ellos con menos de cinco años de antigüedad, y al volante van noveles conductores que ignoran las reglas para andar sobre ruedas.

Por esta razón, en las calles y avenidas se pueden ver (y sufrir) autos invadiendo la cebra peatonal, estacionándose en las aceras o dando vuelta a la izquierda a pesar de la luz roja y los peatones que están cruzando la calle; en las autopistas nunca faltan los cafres que rebasan por el carril de acotamiento o emergencia, y en las carreteras angostas los que intentan pasar un auto a pesar de que en el carril opuesto viene un autobús a toda velocidad, el cual, por cierto, para evitar la colisión, tiene que hacerse a la orilla.

Medio en broma y medio en serio, muchos dicen que una vez que un conductor de Beijing pisa el acelerador no lo soltará más sino hasta llegar a su destino. Yo puedo decir que es cierto.

Comportamiento cívico: escupitajos, pedos y eructos en Beijing

Una de las cosas que más impacto causa a los recién llegados a Beijing es la forma de comportarse de los capitalinos, que, en muchas ocasiones, deja mucho que desear según las costumbres occidentales. Aunque, es verdad, todo es según el cristal con que se mira.

En primer lugar, hablemos de los escupitajos. Según la medicina tradicional china, si hay algo en el cuerpo que hace daño, hay que sacarlo. Y una de esas cosas son las flemas, que los beijineses expulsan con total naturalidad. Al caminar por las calles es común escuchar el clásico “jrrrssssss” previo a la expulsión de una flema (“gallo”, diríamos los mexicanos), esto sin distinción de sexos, pues tanto hombres como mujeres gustan de eliminar ruidosamente lo que su cuerpo no necesita.

El problema es que los escupitajos suelen encontrarse en las aceras, en los vagones del metro, en los baños y ¡prácticamente en todas partes!, lo que puede resultar desagradable para muchas personas.

Es indispensable no darse golpes de pecho, porque, al menos en México, mucha gente también lleva a cabo esta ruidosa costumbre. Lo mejor es tratar de ser tolerantes y entender un poco los conceptos de la medicina tradicional china.

Cabe decir que la costumbre de escupir ha tratado de ser erradicada. Incluso durante la fase previa a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 hubo una campaña de “reeducación”, donde se penalizaba a la gente que escupiera en ciertas plazas públicas. Y aunque mucha gente ha dejado de expulsar las flemas, otros muchos continúan exorcizando los demonios de sus pulmones.

Algo similar ocurre con las ventosidades, gases o pedos, y con los eructos. Así que si en un elevador o en el metro de repente huele mal o escuchan ruidos extraños, no se asusten. Es normal.

Comida en Beijing

Una de las mejores cosas que tiene China es su comida, deliciosa (casi toda) y tan variada como su gente y su territorio. Pero debo advertir algo: China es para probar sin remilgos. La gente que no está dispuesta a experimentar sabores nuevos la pasará mal en este país. He conocido a muchos extranjeros que vienen de visita y sólo comen en McDonald’s o en KFC, porque por nada del mundo quieren intentar con la comida china. Grave error. Especialmente en Beijing, donde convergen todos los sabores del país.

Comida en restaurante
Comer en un restaurante chino puede ser alucinante en muchos aspectos. Si entran a uno tradicional, escucharán mucho ruido, gente que habla como si estuviera peleando y quizá la higiene del lugar no sea la más adecuada, pero podrán degustar platos deliciosos. En cambio, si deciden comer en un restaurante moderno, podrán experimentar el lujo y el buen trato a precios bastante razonables.

Independientemente de cual sea su elección, lo verdaderamente importante es la comida.

Uno de los platillos básicos en Beijing es el famoso pato laqueado (en mandarín京烤鸭 Běijīng kǎo yā) cuya deliciosa piel crujiente combina perfecto con la suave carne y los condimentos con los cuales se sirve. Por cierto, a los mexicanos les resultará muy familiar, pues les recordará a un taco, pero con tortilla de harina.

Otros de los infaltables al visitar la capital de China es el pollo picante con cacahuate (llamado en mandarín 宫保鸡丁Gōngbǎo Jīdīng) que básicamente son trocitos de pollo con cacahuates (maní), cebolla, salsa agridulce y chiles. Amado por la mayoría de los extranjeros que visitan China.

Por supuesto, no deben perderse el arroz frito (炒饭 chǎofàn) o el arroz blanco hervido (米饭mǐfàn) para acompañar los demás platillos.

Imperdibles los tallarines (面条 miàntiáo). Hay como diez mil variedades (de arroz, de trigo, de papa…) que se combinan con diez mil ingredientes. Mis versiones favoritas: los tallarines picantes estilo Sichuan (担担面 dàndàn miàn), que se sirven con verduras, aceite de chile, carne de cerdo frita y pimienta Sichuan que produce un entumecimiento en los labios (soy adicto a esta sensación), y los tallarines estilo Beijing, que se acompañan con una salsa agridulce de soya en pasta y diferentes vegetales.

Otros de los platillos que no deben dejar de probar es la olla mongola, hot pot o huǒguō (火锅), que consiste en una olla con caldo caliente, picante o no, que se coloca en el centro de la mesa, y en el cual se introducen diferentes alimentos como carne, pescado, mariscos, vegetales, huevos, hongos, tofu y muchas cosas más. Este es uno de mis preferidos, porque es quizá el más comunitario de los platos chinos. Cada uno de los comensales puede colocar, poco a poco, la comida que quiera en el caldo, y sacarla unos minutos con sus propios palillos. Ampliamente recomendable en invierno.

Comida musulmana
La zona musulmana de China está en el noroeste del país. Ir allá es muy caro, sin contar que está lejísimos. Por eso deben aprovechar su visita a Beijing para degustar la comida musulmana, que es ¡buenísima! ¿Qué tal unas brochetas o pinchos de cordero asado, rociadas con un poco de comino? ¿O un buen pan musulmán con arroz frito mezclado con nueces? Definitivamente soy adicto a la comida musulmana de China.

Comida callejera
Ahora que si hablamos de comida callejera, también encontrarán bocadillos dignos de recordarse. Por ejemplo, está el煎餅Jiānbing, que es la crepa china, aunque para un mexicano podría ser parecido a un tamal. Este bocadillo es ideal para el desayuno con prisas. Lo preparan en una plancha, donde se coloca una mezcla de harina de trigo y huevo; cuando está cocida por ambos lados, se le pone un huevo crudo, el cual queda cocinado en un par de minutos; luego se le agrega salsa de soya en pasta, chile, cilantro, cebollín chino y una especie de buñuelo crujiente en medio; y al final, el vendedor lo dobla en cuatro y lo pone en una bolsa para llevar.

También está el málà tàng麻辣烫, al que yo llamo la olla mongola callejera. Se trata de diferentes trozos de comida (salchichas, vegetales, pescado, tofu, tallarines, pan, etcétera), que los vendedores sumergen en un caldo picante que además contiene pimienta Sichuan (en mandarín 辣椒 làjiāo), la cual produce adormecimiento en los labios (sensación que en chino llaman málà). Los mexicanos lo asociarán de inmediato con los tacos callejeros que venden en nuestro país.

Y cómo no, después de comer todo mundo desea un postre. Y no hay nada mejor que el dulce típico beijinés, el bīng tánghúlu 糖葫芦, que es una brocheta de acerolas (fruta parecida al tejocote de México) cubierta con caramelo y rociada, en ocasiones, con ajonjolí (sésamo). Se puede encontrar casi todo el año, aunque es típico del invierno.

Cambio de moneda

El cambio de moneda se puede realizar tanto en las casas de cambio ubicadas en el aeropuerto y en diversas partes de la ciudad como en los bancos. El tipo de cambio se ha mantenido más o menos estable en los últimos años, y es el siguiente: un dólar=6.2 yuanes o un euro=8.1 yuanes, actualizado a octubre de 2012.

Pero yo recomiendo usar el convertidor de Yahoo (http://finance.yahoo.com/currency-converter/#from=EUR;to=CNY;amt=1) para tener una idea más clara de la tasa de cambio en el momento de su viaje.

También es posible sacar dinero chino en un cajero automático con una tarjeta de otro país. Sin embargo, el tipo de cambio puede no ser muy favorable, y las comisiones pueden ser altas.

Foto: Xinhua

Propina en Beijing

China tiene muchas cosas buenas, pero sin duda una de las mejores es que no se tiene que dejar propina en ningún sitio, excepto en algunos restaurantes occidentales de lujo. 

En mis primeros días en Beijing, dejé en la mesa de un restaurante algunos yuanes, muy pocos en realidad, y me enfilé hacia la calle. Unos segundos después escuché que alguien me gritaba. Miré hacia atrás y vi que era uno de los meseros, el cual agitaba en su mano los billetes que dejé. Pensé en ese momento que quizá debí dejar más propina o que hubo un error con la cuenta. Pero no, el hombre sólo quería devolverme los billetes. Parece que dejar propina es como un insulto, una humillación a su trabajo. Yo no lo veo así, pero me alegró saber que aquí mi bolsillo no sangraría con el 10 o 15 por ciento de propina que se suele dejar en otros países, como México.


Foto tomada de estaentumundo.com

Cambio de moneda en Beijing

El cambio de moneda se puede realizar tanto en las casas de cambio ubicadas en el aeropuerto y en diversas partes de la ciudad como en los bancos. El tipo de cambio se ha mantenido más o menos estable en los últimos años, y es el siguiente: un dólar=6.2 yuanes o un euro=8.3 yuanes, actualizado a febrero de 2013.

Pero yo recomiendo usar el convertidor de Yahoo (http://finance.yahoo.com/currency-converter/#from=EUR;to=CNY;amt=1) para tener una idea más clara de la tasa de cambio al momento de su viaje.

Foto: Xinhua
También es posible sacar dinero chino en un cajero automático con una tarjeta de otro país. Sin embargo, el tipo de cambio puede no ser muy favorable, y las comisiones pueden ser altas.

Tarjetas bancarias en Beijing

Aunque parezca increíble, pocos son los negocios que reciben tarjetas internacionales. Incluso en grandes hoteles y restaurantes más de uno ha tenido problemas al querer pagar con Visa o Master Card. Hay que investigar bien antes de reservar y venir a Beijing. Al llegar a China, lo mejor es retirar dinero de los cajeros automáticos para tener efectivo a la mano en cualquier momento y evitar un momento bochornoso.

Foto tomada de internet